McLaren 650S. Contundencia británica.

Hoy toca lo que muchos sentís como objeto de deseo y de húmedas noches de sueños imposibles, de amores platónicos y esperanzas de poder siquiera atisbarlo por el rabillo del ojo. Uno de esos superdeportivos que se basan en pulverizar a base de mazo el tiempo, la potencia, la aceleración, el empuje... Hoy se pasa por nuestra web el McLaren 650S y lo que contamos nos sabrá siempre a poco. Comencemos, como siempre, hablando del exterior, con ese frontal heredado del P1 que nos deja absortos en sus líneas. Me he sorprendido al mirarlo por primera vez porque al principio llama la atención la suavidad de sus líneas y esa especie de sonrisa que dibuja su parte inferior hasta los faros que parece una carcajada dedicada hacia todos los coches que están por debajo en cuanto a prestaciones. Pero en un segundo vistazo da la impresión de ser la cabeza de una serpiente venenosa cuyos ojos son esos faros de led que te miran buscando ese momento de relajación para atacarte y dejarte tirad