Prueba: Ford Focus 1.0 EcoBoost ST-Line



Las versiones deportivas del conocido Ford Focus son las más deseadas, porque desde los orígenes de este modelo, siempre ha destacado por tener uno de los mejores, y más afinados chasis del segmento.


Los ST, y sobre todo, los RS; son los clásicos del presente y sus impresionantes y potentes mecánicas, comulgan con una estética muy dinámica y deportiva, impresa en cada uno de los modelos con estas dos nomenclaturas.


Pero claro; estos compactos deportivos y de alto rendimiento, es muy probable que se escapen un poco de nuestras posibilidades económicas y además, es también probable que no necesitemos, y ni siquiera sepamos sacar la quinta esencia, a esos motores tan potentes.


¿Por qué no podemos contar con un Focus normal y tener una imagen diferenciadora y deportiva?. En Ford pensaron que la mayoría de los clientes del Focus suelen ser personas jóvenes a los que les gusta una estética dinámica, pero que muy posiblemente, no pueden (o no quieren) adquirir las versiones más deportivas por diversos motivos.


De esta manera; en la mayoría de los modelos de la gama Ford, nos encontramos con el acabado ST-Line, que completa la visión del vehículo con aditamentos estéticos, que les confieren un aire más deportivo y poderoso, a pesar de que sus mecánicas y configuraciones, sean las más populares.

En su momento ya probamos el gran SUV Ford Kuga de nueva generación con el acabado ST-Line y hoy, nos toca hablaros de un viejo conocido para nosotros, que también se beneficia de esta terminación más agresiva.

El Focus, con la mecánica más premiada del Siglo XXI, como lo es el 1.0 EcoBoost de tres cilíndros de gasolina; ya pasó por nuestras manos al poco de su lanzamiento y nos sorprendió su gran rendimiento, su buen rodar de marcha, la entrega de potencia y su excelente elasticidad, para tratarse de un motor tan comprimido.


Nuestra unidad de pruebas de hoy es el mismo modelo, aunque con esa aportación estética más evidente y atractiva, que hace que el Focus luzca una imagen más dinámica y deportiva, por lo menos; a simple vista.

Parece una tontería, pero con simples retoques aquí y allí, la sensación es la de contar con un vehículo más potente y prestacional.


El frontal recibe una nueva parrilla en forma de panal de abeja pintada en negro mate, en vez de la parrilla más clásica de lamas horizontales cromadas. Cambia también el paragolpes, con unas nervaduras más marcadas que le aportan un toque más agresivo, además de contar con un labio inferior que redondea esa imagen poderosa que proyecta esta versión ST-Line.



En el lateral, nos encontramos con unas preciosas llantas multiradio, en tono gris mate, de 17 pulgadas, con neumáticos en medida 215/50 de perfil bajo. También vemos unas nuevas taloneras y nos llama poderosamente la atención, el gran alerón trasero que prolonga la línea del techo y tiene funciones aerodinámicas, además de remarcar ese tono más dinámico de este acabado.

Otra de las cosas que nos llaman la atención, es su altura respecto al suelo, puesto que observamos que parece un poco más bajo de lo normal y es porque en esta versión ST-Line, cuenta con unas suspensiones específicas y de un tarado más duro y deportivo que las de un Focus convencional.


En la zaga, vemos que también cambia el paragolpes, mucho más profuso y envolvente, y destacamos otro labio inferior perfectamente diferenciado, que se complementa y combina con el labio inferior que observamos en la parrilla delantera, para completar esa estética con carácter, que quieren proyectarnos con este modelo.


Para terminar, en nuestro caso contábamos también con la pintura especifica para el ST-Line que se denomina Rojo Eléctrico y resalta aún más, la impresionante planta del compacto de la marca americana.

Si pasamos al interior, existen menos cambios y se limitan tan sólo a una moldura cromada en los marcos de las puertas delanteras con el logo ST-Line, unos pedales de aluminio e incorporan unos asientos algo más deportivos con tapizado técnico y pespuntes en rojo, que por cierto; sujetan muy bien el contorno de nuestro cuerpo en desplazamientos laterales.

Por todo lo demás; es un Focus convencional, con sus numerosas virtudes y sus pequeños defectos.

La habitabilidad interior es correcta, tanto para las plazas traseras como delanteras, y cuatro personas, sean de la envergadura que sean, podrán viajar de manera muy confortable sin muchos problemas ni en cuanto a altura, ni por espacio para las rodillas, quedando una plaza central un poco más angosta en los asientos posteriores, algo normal en la mayoría de los vehículos.


El maletero se mantiene en unos 363 litros, con un espacio diáfano y muy aprovechable, aunque no es excepcionalmente grande y probablemente, sea uno de sus pequeños defectos respecto a la competencia directa, pero en líneas generales no está mal y es suficiente para el equipaje de cuatro adultos.


Situados en el puesto de control, como siempre destacamos la gran posición y ergonomía de todos los mandos, además de la gran información percibida, totalmente necesaria y concisa. El volante multifunción engloba los mandos de todos los dispositivos esenciales para no tener que apartar la vista del frente, como los botones del equipo de audio, el ordenador de a bordo, el control de velocidad de crucero con limitador, el Bluetooth y la activación del sistema SYNC3 para realizar operaciones por medio de comandos de voz.


La capilla de relojes, por su parte, tiene una gran legibilidad, muy fácil de interpretar y una pantalla central en la que se nos muestra toda la información auxiliar necesaria al primer golpe de vista, sin saturarnos con un bombardeo de datos que puedan distraernos en algún momento.

En el centro del salpicadero y en una posición elevada, nos encontramos con la pantalla táctil de 8 pulgadas, desde la que tomaremos el control del equipo de infoentretenimiento con funciones de visualización del navegador o de la cámara de visión trasera, por poner tan sólo un par de ejemplos. Por debajo, los mandos del climatizador bi-zona y otra cosa que se agradece, es la gran posición en la que se encuentra la palanca de cambios, lo que favorece su accionamiento rápido.

Los materiales empleados en su mayoría, son plásticos correctos, con un buen aspecto visual y agradables al tacto, además de contar con unos ajustes aparentemente sólidos.



Pero una de las cosas en la que destaca este compacto con aires deportivos, es en su equipo de serie, ya que viene bastante bien dotado de fábrica, aunque podemos redondear su equipamiento con muchos opcionales disponibles. Entre otros elementos de confort y seguridad, nos encontramos con navegador, sensores de aparcamiento delanteros y traseros, cámara de visión trasera, ordenador de a bordo, asistente de arranque en pendiente, Start/Stop, arranque y apertura de puertas sin llave, frenada de emergencia autónoma, sensor de presión de neumáticos, llantas de 17 pulgadas, suspensión deportiva, sistema de control por voz SYNC3 o control de velocidad de crucero con limitador, entre otras cosas.


La mecánica es, como hemos indicado al principio, una vieja conocida para todos nosotros y se trata del laureado y premiado 1.0 EcoBoost de gasolina con tres cilíndros, que en este caso, erogaba 125cv de potencia, alcanzando un par máximo de 170Nm y estaba asociado a un cambio manual de 6 relaciones, con unas inserciones muy precisas y unas marchas correctamente escalonadas.


No es precisamente un motor que destaque por tener unas prestaciones superlativas, a pesar del aspecto exterior del coche, ya que su velocidad punta es de 195 Km/h y acelera de 0-100 Km/h en 11 segundos, aunque no obstante; son dos datos que para la mayoría de conductores les sobra.


Visto de esta forma; una de las virtudes de este Focus con maneras deportivas, puede que no sean sus prestaciones finales, aunque puede que os resulte más atractivo el hecho de que se conforma con 4,7 l/100 Km de combustible en ciclo combinado. Por otra parte, si queréis prestaciones, con este acabado podéis elegir entre otros motores más potentes, tanto en diésel como en gasolina, con potencias que alcanzan hasta los 182cv para la versión 1.5 EcoBoost.


Si hablamos de dinamismo y sensaciones de conducción, puede que sea cierto que esta mecánica se quede un poco justa para este acabado de aspecto deportivo. Cuando probamos por primera vez el Focus con el motor 1.0 EcoBoost, con la terminación Titanium, fue una combinación que realmente nos encantó y sorprendió a partes iguales. A uno de los mejores chasis del mercado le incorporaban un motor con reacciones "eléctricas", unas prestaciones muy aceptables y unos consumos muy ajustados.


Este es el mismo caso, pero hay pequeños matices. Puede que sea por sus modificaciones más deportivas, como la incorporación de una suspensión con un tacto más firme, o por el peso añadido de los aditamentos extra ST-Line en su carrocería; pero a la hora de conducirlo nos pareció algo menos impresionante en materia de prestaciones, de sensaciones e incluso, de recuperaciones, ya que debíamos acudir a la ayuda de la palanca de cambios para afrontar un repecho o realizar maniobras de adelantamiento, más de lo esperado. Esas pequeñas diferencias, no las apreciamos en el primer Focus que probamos con similares características.


No me malinterpretéis, el Focus ST-Line tiene un rodar impresionante, un aplomo espectacular y probablemente; uno de los mejores pasos por curva del mercado. Es un modelo excepcional de serie, que mejora de una manera sustancial con esa suspensión de tarado más duro, aunque no se transmite al interior del habitáculo en forma de sacudida, puesto que filtra muy bien las imperfecciones del asfalto sin la necesidad de perder el confort del interior.


Pero es probablemente este aplomo y esta enorme capacidad de motricidad que nos puede hacer divertirnos, y mucho, en una carretera de montaña; sean uno de los motivos que "lastren" al conjunto a la hora de exigirle unas prestaciones finales y unas recuperaciones, algo más acordes con su imagen exterior. Es por ese motivo que si realmente queréis un ST-Line con algo más de "chicha" y que no solo os decantéis por el modelo gracias a su gran imagen exterior; por el que os recomendaría que optaseis por una mecánica algo más potente de entre todas las que tenéis a vuestra disposición.


Por lo demás; la dirección se nos muestra muy directa y comunicativa y el equipo de frenos nos sorprendió con una mordida excelente, frenando al conjunto de una manera realmente espectacular y sin ningún síntoma aparente de desgaste prematuro. La verdad es que en términos generales, el Focus ST-Line nos procurará una gran diversión a la hora de ponernos a sus mandos.


En definitiva; uno de los compactos más equilibrados del mercado, mejora cuantitativamente con este nuevo acabado deportivo ST-Line, muy atractivo para los clientes más jóvenes y que añade un plus de dinamismo a un coche que de por sí; es una referencia dentro del segmento.


Aditamentos estéticos y una suspensión más deportiva, mejoran el aspecto del Focus, pero también lo hacen mucho más efectivo y aplomado en carretera, que junto con una mecánica suficiente, con unos consumos aquilatados y un equipamiento correcto; forman el conjunto idóneo para todos aquellos clientes que busquen un compacto de imagen dinámica y que tenga una conducción divertida, que no quieran desembolsar demasiado dinero por modelos más radicales y con un mantenimiento mucho más costoso. Ford ha dado con la combinación perfecta.





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